Todas las citas bíblicas utilizadas pertenecen a nuestra transcripción del Apocalipsis de san Juan (Biblia RV1865).
Juan, el autor del Apocalipsis, prisionero en la isla de Patmos por proclamar la palabra de Dios y mantener el testimonio de Jesucristo, sumido en profunda oración es llamado al cielo, donde, en grandiosas visiones, puede ver el Día del Señor, el día escatológico en el que llegará a su término la historia humana y se manifestará el reino de Dios.
La primera visión del desarrollo de la historia se encuentra en el Libro de los Siete Sellos.
Junto al trono de Dios, Juan ve como Jesucristo, en la forma del Cordero sacrificado y victorioso, abre este Libro. Él es el único que puede romper sus sellos para revelar el curso de la historia humana (5: 6-10).
La visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis corresponde a los cuatro primeros sellos de este ciclo o septenario. Es una gran visión, una de las más conocidas del Apocalipsis, que ha sido explicada de diversos modos por muchos intérpretes del último libro de la Biblia.
El quinto y sexto sello muestran, respectivamente, el anuncio y la llegada del Día del Señor; el séptimo sello introduce el siguiente ciclo de siete elementos: la visión de las Siete Trompetas.
Esta visión ha sido explicada por diferentes comentaristas, que, en general, coinciden en el significado del segundo, del tercero y del cuarto jinete. Éstos representan la guerra, el hambre y la peste, como experiencias históricas dolorosas de la humanidad.
Donde no hay acuerdo es en el significado del primer jinete y su cabalgadura, muy diferente a los otros por el color blanco del caballo, por el arco que porta el jinete y porque viene para vencer y seguir venciendo, todos rasgos positivos opuestos a las características de los otros tres.
Algunos sostienen que el caballo blanco es la palabra de Dios entregada al pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, y que los otros caballos representan la guerra, el hambre y las epidemias que vienen como consecuencia de la poca obediencia a la ley de Dios. Otros opinan que los cuatro jinetes son las cuatro plagas con que los profetas amenazaban al pueblo de Israel que se alejaba de la ley: las fieras salvajes, la guerra, el hambre y la peste. Hay quienes afirman que los cuatro jinetes representan aspectos del mismo Cristo: el caballo blanco es Cristo pacífico y perfecto, el caballo rojo es Cristo vengador y el caballo negro es Cristo castigando con hambre, aunque en este caso no se menciona al cuarto caballo.
Para otros, el primer jinete del caballo blanco es el Anticristo, cuya aparición al final de los tiempos vendrá seguida de enormes males representados por los otros tres jinetes: la guerra, el hambre y la peste que trae la muerte.
También hay quienes opinan que el jinete del caballo blanco es Cristo, que en su segunda venida vendrá acompañado de grandes males y desastres naturales, representados por los otros jinetes y sus cabalgaduras.
Hay comentaristas que ven en los cuatro caballos y sus jinetes cuatro etapas del cristianismo occidental europeo: así, el primer jinete representa la expansión del evangelio, a cargo de la monarquía cristiana europea, desde el emperador romano Constantino al emperador Carlos V del imperio español; es por eso que el primer jinete lleva una corona y sale para vencer, ya que la monarquía llevó el cristianismo a toda Europa, América y Asia. Los otros tres caballos representan la decadencia de la cristiandad, que finalmente desaparece como poder político y económico.
Sin embargo, éstas y otras interpretaciones semejantes no explican realmente la famosa visión, principalmente porque tienen dos características comunes:
La primera es que intentan explicar la visión en sí misma, centrada en los cuatro caballos y sus jinetes. Pero la visión de los cuatro jinetes no puede explicarse en sí misma, sino que debe considerarse en su contexto inmediato, que es el Libro de los Siete Sellos que rompe el Cordero, en el que los cuatro jinetes corresponden a los cuatro primeros sellos, por lo que su significado debe relacionarse necesariamente con el significado del quinto y del sexto sello, y con el de todo el Apocalipsis.
La segunda característica de estas interpretaciones es que tampoco toman en cuenta el contexto más amplio de la visión de los cuatro jinetes, que es el sustrato religioso y cultural del autor del Apocalipsis, conocedor de las profecías sobre el Día del Señor, en especial las del profeta Daniel, una de sus más poderosas fuentes de inspiración. A modo de ejemplo, la Bestia que sale del mar, de siete cabezas y diez cuernos, que simboliza al último y más poderoso reino enemigo de Dios y de la humanidad (capítulo 13 del Apocalipsis) es una síntesis de los cuatro enormes animales que surgen del mar, de la profecía de Daniel, que representan los cuatro reinos universales de la historia humana.
Dios entrega a Jesucristo el Libro de los Siete Sellos. Juan lo ve como el Cordero que lleva las señales de su sacrificio, pero que está de pie, triunfante. Toma el libro de “la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono” (5: 1). El libro sellado contiene el desarrollo misterioso de la historia humana, que ahora se revelará.
Los primeros cuatro sellos que rompe el Cordero corresponden a la visión de cada uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis:
“Y miré cuando el Cordero hubo abierto el uno de los sellos, y oí á uno de los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven, y vé.
Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que estaba sentado encima de él, tenia un arco; y le fué dada una corona, y salió victorioso, para que tambien venciese.
Y cuando él hubo abierto el segundo sello, oí el segundo animal, que decía: Ven, y vé.
Y salió otro caballo bermejo: y al que estaba sentado sobre él, fué dado poder de quitar la paz de la tierra, y que se matasen unos á otros; y le fué dada una grande espada.
Y cuando él hubo abierto el tercero sello, oí al tercer animal, que decia: Ven, y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que estaba sentado encima de él tenía un peso en su mano.
Y oí una voz en medio de los cuatro animales, que decia: Un cheniz de trigo por un denario, y tres chenices de cebada por un denario; y no hagas daño al vino, ni al aceite.
Y despues que él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto animal, que decía: Ven, y vé.
Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba sentado sobre él, tenía por nombre Muerte, y el Infierno le seguia; y le fué dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada y con hambre, y con mortandad, y con fieras de la tierra.” (Ap. 6: 1-8)
El quinto sello muestra a los testigos de Dios que claman para que se apresure la llegada del reino de Dios:
“Y cuando él hubo abierto el quinto sello, ví debajo del altar las almas de los que habian sido muertos por la palabra de Dios, y por el testimonio que ellos tenian:
Y clamaban en alta voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas, y vengas nuestra sangre de los que moran sobre la tierra?” (6: 9-10)
El sexto sello que abre el Cordero muestra la llegada del Día del Señor, la conmoción de los elementos y el juicio sobre los enemigos de Dios y de la humanidad:
“Y miré cuando él abrió el sexto sello; y, he aquí, fué hecho un gran terremoto; y el sol fué hecho negro como saco de pelo, y la luna fué hecha toda como sangre;
Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus no sazonados higos, cuando es sacudida de un vigoroso viento:
Y el cielo se apartó como un libro que es arrollado; y todo monte y islas fueron movidos de sus lugares;
Y los reyes de la tierra, y los magnates, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo, y todo libre se escondieron en las cavernas, y entre las piedras de los montes;
Y decian á los montes, y á las rocas: Caed sobre nosotros, y escondédnos de la cara de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero:
Porque el gran dia de su ira es venido, ¿y quién podrá estar firme?” (6: 12-17)
El séptimo sello que abre el Cordero da inicio al ciclo de las Siete Trompetas, que es una mirada distinta en relación con la preparación del Día del Señor.
A primera vista, los cuatro primeros sellos del Libro pareciera que no tienen relación ni con el quinto sello ni tampoco con el sexto sello. Pero, en lo que sigue, demostraremos que, por el contrario, tienen una estrecha unidad, ya que la visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis forma parte del desarrollo histórico que conduce a la manifestación del reino de Dios o Día del Señor, que es el contenido del quinto y del sexto sello que abre el Cordero.
Al considerar el orden de aparición de los jinetes y sus características, y el Día del Juicio final que se anuncia en el quinto sello y que se manifiesta en el sexto sello, encontramos que hay dos profecías semejantes en el libro de Daniel, profeta apocalíptico del Antiguo Testamento.
Una es la profecía del sueño del rey Nabucodonosor (Dn 2: 29-45), en la que este rey de Babilonia ve en un sueño una impresionante estatua hecha de cuatro metales: la cabeza estaba hecha de oro puro, su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y su espalda, de bronce; sus piernas de hierro y sus pies, parte de hierro y parte de barro. Mientras el rey miraba la estatua, de un monte se desprendió una piedra, sin intervención de mano alguna, golpeó los pies de la estatua y en un momento la destrozó. Y la piedra que golpeó la estatua se convirtió en una gran montaña que cubrió toda la tierra.
Daniel explica el sueño del rey: la cabeza de oro de la estatua es el mismo rey Nabucodonosor, a quien Dios le ha dado un gran imperio; después de él vendrá otro reino, de plata, inferior al primero, y luego se establecerá un tercer reino, de bronce, al que se le dará el dominio sobre toda la tierra. Después vendrá otro reino, fuerte como el hierro, que destrozará todos los otros reinos. Pero este último reino será destruido y Dios establecerá su reinado, que durará para siempre: esto es lo que significa la piedra que se desprendió del monte y que destrozó completamente la estatua, convirtiéndose en una gran montaña que cubrió toda la tierra; es decir, es el reino de Dios que se manifiesta definitivamente.
Como se puede apreciar, el profeta Daniel recoge en esta profecía la antigua y universal tradición que explicaba la historia humana como la sucesión de cuatro etapas o reinos, comenzando por el más antiguo y mejor, recordado como la edad de oro de la humanidad, continuando con la edad de plata, con la de bronce y finalmente la edad de hierro que traería al mundo la destrucción y la ruina. Daniel afirma, sin embargo, que este último reino será destruido completamente y después de él se establecerá en el mundo el reino eterno de Dios.
La otra profecía es una visión del mismo profeta Daniel (Dn 7:1-14), que contempla cuatro grandes animales que en forma sucesiva surgen del mar agitado: el primer animal era como un león con alas de águila; a continuación ve otro gran animal semejante a un oso, con tres costillas entre los dientes, al que se le dice que devore mucha carne. Después vino otro animal, como un leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas, al que se le dio el poder sobre toda la tierra. Después el profeta ve un cuarto animal muy fuerte que tenía enormes dientes de hierro; todo lo destruía y pisoteaba lo sobrante. Era diferente a los animales anteriores y tenía diez cuernos. Pero viene el juicio de Dios y este cuarto y extraordinario animal es despedazado y quemado. Un ángel explica a Daniel que los cuatro animales de la visión representan a cuatro reinos que dominarán el mundo, pero que después de ellos el reino será entregado al pueblo de Dios, y será suyo por toda la eternidad.
Las dos profecías de Daniel son relatos paralelos que muestran el desarrollo de la historia como la sucesión de cuatro grandes etapas o reinos, en decadencia progresiva, después de los cuales se manifestará el reino eterno de Dios. Este es el contexto más amplio que da forma y contenido a la visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Al examinar estas dos profecías de Daniel y compararlas con la visión de los cuatro jinetes del Apocalipsis, se hace evidente que ellas son las que proveen los arquetipos, los elementos y el marco general que dan forma a esta visión. El estar en línea con los elementos cognitivos tradicionales de su pueblo, con sus estructuras religiosas y culturales profundas o de base, posibilita al autor del Apocalipsis construir su visión de los cuatro jinetes como relato paralelo a las profecías de Daniel. Esto mismo es lo que nos permite descifrar el significado de esta visión.
Veremos a continuación cómo Juan, inmerso en su mundo religioso y cultural, que es su contexto más amplio, no solo conoce las profecías de Daniel, sino que se inspira en las dos señaladas para estructurar su visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Es así como el color blanco del caballo del primer jinete simboliza lo divino, limpio y puro. Él tiene un arco en sus manos, arma que simbólicamente se asocia a lo divino, ya que la flecha arrojada por el arco se asocia a su vez al rayo, que es una expresión universal del poder de Dios. También se le entrega una corona y se le declara vencedor.
Por lo señalado, el caballo blanco es una visión paralela a la cabeza de oro puro de la estatua del rey Nabucodonosor, y a la vez, al primer animal que sale del mar, de la profecía de Daniel, un león con alas de águila. Se simboliza así el primer reino o etapa histórica de la humanidad, que según las creencias tradicionales existió en todas partes, recordada como la edad de oro del mundo. Es lo que simboliza también el primer jinete del Apocalipsis.
El segundo jinete viene en un caballo rojo, al que se le da una gran espada para que los seres humanos se maten unos a otros. Del mismo modo, esta es una visión paralela a la de los hombros y brazos de plata de la estatua de Nabucodonosor, y paralela también a la visión del segundo animal que sube del mar, semejante a un oso, el que recibe la orden de destruir y comer todo lo que quiera. Simboliza el segundo período histórico de la humanidad, a cargo de reinos que dominan el mundo mediante la violencia, la esclavitud y las guerras de conquista que llevan a la formación de grandes imperios. Esta segunda etapa concluye cuando la Revolución francesa destruye el antiguo régimen de gobierno de la nobleza. Es la edad de plata, por ser inferior a la anterior.
Después de esto, Juan ve que el tercer caballo que aparece es de color negro y su jinete lleva una balanza en sus manos. Con ella se simboliza la siguiente etapa de la historia, dominada por la actividad económica, que se inició en el siglo XV con el predominio del Capitalismo. Este sistema se impone en el mundo actual mediante la transformación de los bienes, servicios, ideas, información y personas en objetos de transacción económica. Según estas profecías, estaríamos en la actualidad ante un pronto y total dominio económico universal, que aunque ocupará la tierra entera, será, sin embargo, inferior a las anteriores etapas. El caballo negro coresponde al vientre y caderas de la estatua, y es paralelo al tercer animal que sale del mar, semejante a un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas, al que Daniel dice que se le entrega el poder, vale decir, el dominio total sobre el mundo. Es la edad de bronce de la humanidad.
El caballo de color verdoso o amarillento es la cabalgadura del cuarto jinete del Apocalipsis; este jinete es la Muerte y viene seguido por el mundo de la muerte. Se le dio poder para exterminar la cuarta parte de los habitantes de la tierra por medio de la guerra, el hambre, la peste y las fieras. Representa al último reino o forma de gobierno que se impondrá en el mundo después de que desplace al tercer reino, el sistema capitalista. Corresponde a las piernas y pies de la estatua de Nabucodonosor y también es una visión paralela del cuarto animal que sale del mar, el más terrible, que todo lo destruye y devora. En el capítulo 13 del Apocalipsis se describe este terrible reino de injusticia, que aplastará la tierra entera. Es la cuarta etapa o cuarto reino llamado tradicionalmente la edad de hierro de la humanidad.
En conclusión, los sucesivos reinos del mundo representados en la estatua de Nabucodonosor y destruidos por la piedra que la golpea, dan paso al reino eterno de Dios. Del mismo modo, el terrible cuarto animal que sale del mar en la visión de Daniel, es destruido y muerto manifestándose entonces el reino de Dios. De igual manera, después del cuarto jinete, que arrastra su séquito de destrucción y muerte, indicando la última etapa de la historia humana, el autor del Apocalipsis muestra la llegada del Día del Señor y su reinado, lo cual se indica a partir de la apertura del quinto sello.
Después de la visión de los cuatro jinetes y sus cabalgaduras, Juan ve cómo el Cordero rompe el quinto sello del libro. La apertura de este sello muestra al pueblo de Dios y a los testigos de Jesucristo que durante la historia claman para que se apresure la llegada del Día del Señor, pleno de justicia. El quinto sello proclama que la historia no culmina con la instalación del cuarto reino de muerte y destrucción, sino que anuncia el Juicio de Dios y la llegada de su reinado.
Cuando el Cordero abre el sexto sello, el autor del Apocalipsis tiene la visión del Día del Señor al culminar la historia de la humanidad.
Como se puede apreciar, interpretados los cuatro primeros sellos como las cuatro edades o etapas históricas de la humanidad, se entiende claramente que los dos sellos que vienen son la continuación natural del relato: después de los cuatro reinos de la historia del mundo se manifestará el Reino eterno de Dios.
Hemos señalado en este artículo que la visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis no puede entenderse en sí misma, considerando solo la aparición de los jinetes y sus cabalgaduras. Entonces, la mejor manera de interpretar la visión es reconociendo que los cuatro jinetes son parte integrante del Libro de los Siete Sellos, y que su significado está acorde con el significado de los otros sellos; es decir, el Libro de los Siete Sellos es una visión general de la historia humana, que concluye con el Día del Señor.
Por otra parte, vimos también que para entender el significado de la visión de Juan se hace necesario incluir su contexto religioso y cultural, siempre presente en el Apocalipsis. Esto le permite recoger los elementos tradicionales de su pueblo y así inspirarse en estas dos profecías de Daniel para construir la más famosa de las visiones de su libro: la visión de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Si desea profundizar éste y otros importantes aspectos del Apocalipsis de san Juan, en nuestro libro El Apocalipsis, una Profecía de la Historia, ofrecemos una interpretación integral y actual de éste, el último y único libro enteramente profético de la Biblia.
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